La inmortal
Cuando era inmortal
No veía nada, la vida mandaba,
Tú subías mi cuesta,
Yo espiaba por el balcón.
Luego te comías mis escalones de dos en dos.
La vida mandaba, yo tan virgen, con tanto miedo,
Sin nombrar nada, sin agarrar nada.
Creyendo saber algo…algo de nada.
Agacho mi cabeza, es la hora.
Llego tarde a lo importante.
Cuando fuimos inmortales,
nuestros sueños…nuestros sueños,
Los míos locos, los tuyos cuerdos.
Aún recuerdo cada esquina de tu cuerpo,
De tu pequeño cuerpo de acero.
Golpeábamos fuerte, muy fuerte.
Abandonamos a las madres,
Ellas nos abandonaron antes.
Y seguimos abandonándonos
Sin poseernos, sin poseer nada ni a nadie.
Cuando fui inmortal nada me dolía,
Corría y corría, los días me consumían...
Pero también el amor necesita su rutina
También el amor se despide en las esquinas
También el amor para y se organiza.
Y ahora pienso que he tenido suerte,
No quería decirlo pero rima con muerte,
He tenido suerte siempre,
Me abrazo el vientre, sonrío,
Y respiro hondo…
...como una superviviente.